Título: Su cereza
Autora: Penelope Bloom
Serie: Objetos de atracción
Nº: 2
Año de publicación original: 2018
Sinopsis: William
¿Qué cómo la conocí?
A ver, un caballero no alardea.
Menos mal que yo no soy un caballero.
En primer lugar, pagué por su cereza… (su tarta de cereza, aunque no viene a cuento). Luego la desfloré.
¿Después? Le dejé mi tarjeta de visita y salí de allí pavoneándome.
Sí, ya ves que lo nuestro no fue un flechazo.
Hailey
¿Qué cómo conocí a William?
Entró en mi pastelería, compró una tarta de cereza, robó un jarrón de flores (que sigo saber para qué las quería) y me dejó su tarjeta de visita. Antes de decirte lo que hice con la tarjeta de visita, debería dejar algo claro:
William no podía haber aparecido en peor momento.
Mi pastelería iba cuesta abajo.
El asqueroso de mi ex no me dejaba tranquila.
Ah, y era un virgen de veinticinco años, un detalle con el que mis amigos no dejaban de darme la tabarra.
Arreglar el problemilla de mi virginidad con William sería como matar moscas a martillazos. Una exageración, pero de las buenas.
William estaba tan bueno que no era normal, tan bueno que me llevó a hacer locuras. Como pensar que a la mosca no le importaría morir a manos del martillo de William y sus duros abdominales. Y ya somos dos.
Así que lo llamé.
A lo mejor lo hice en contra del sentido común. A lo mejor estaba a punto de darme un batacazo.
Sabía que acababa de meterme en un buen lío cuando soltó una carcajada y dijo con esa voz tan ronca y sensual por teléfono:
– Todavía me tienta tu cereza. ¿Haces entregas a domicilio?
Autora: Penelope Bloom
Serie: Objetos de atracción
Nº: 2
Año de publicación original: 2018
Sinopsis: William
¿Qué cómo la conocí?
A ver, un caballero no alardea.
Menos mal que yo no soy un caballero.
En primer lugar, pagué por su cereza… (su tarta de cereza, aunque no viene a cuento). Luego la desfloré.
¿Después? Le dejé mi tarjeta de visita y salí de allí pavoneándome.
Sí, ya ves que lo nuestro no fue un flechazo.
Hailey
¿Qué cómo conocí a William?
Entró en mi pastelería, compró una tarta de cereza, robó un jarrón de flores (que sigo saber para qué las quería) y me dejó su tarjeta de visita. Antes de decirte lo que hice con la tarjeta de visita, debería dejar algo claro:
William no podía haber aparecido en peor momento.
Mi pastelería iba cuesta abajo.
El asqueroso de mi ex no me dejaba tranquila.
Ah, y era un virgen de veinticinco años, un detalle con el que mis amigos no dejaban de darme la tabarra.
Arreglar el problemilla de mi virginidad con William sería como matar moscas a martillazos. Una exageración, pero de las buenas.
William estaba tan bueno que no era normal, tan bueno que me llevó a hacer locuras. Como pensar que a la mosca no le importaría morir a manos del martillo de William y sus duros abdominales. Y ya somos dos.
Así que lo llamé.
A lo mejor lo hice en contra del sentido común. A lo mejor estaba a punto de darme un batacazo.
Sabía que acababa de meterme en un buen lío cuando soltó una carcajada y dijo con esa voz tan ronca y sensual por teléfono:
– Todavía me tienta tu cereza. ¿Haces entregas a domicilio?
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